Las siguientes consideraciones han sido hechas por Don Antonio Ramírez Borrero, que como él mismo dice, es una teoría que el lector puede o no compartir.
Según expresa el Diccionario Filológico de Corominas, el topónimo Calañas, supone hoy por hoy un enigma lingüístico.
Al haber encontrado en el legajo 138 (Interrogatorio de Calañas de 1770) del Archivo Municipal de Calañas, la siguiente referencia:
“La población de éste lugar alcanza a setecientos vecinos de todas las clases, se llama Calañas, corrompido, según dicen, porque su verdadero nombre y primitivo nombre fue Cavañas(sic), tomando la etimología de las muchas casas y montes que había en su término y limitación, para posteros y apriscos de los ganados, pero en el archivo no se encuentra semejante denominación y en todos los instrumentos se intitula Calañas”.
El autor del anterior texto, apoyándose en la tradición, establece las siguientes consideraciones:
1º Que el término se llama Calañas, pero que “su verdadero y primitivo nombre fue Cabañas (escrito con uve por un error ortográfico del escribano).
2º Que el topónimo calañas es un término corrompido, esto es, un vocablo cuyo significante ha sufrido una alteración en el transcurso del tiempo.
3º Que en el Archivo Municipal de la villa no se halla ningún documento que acredite que el primitivo nombre del lugar fuese “Cabañas”
Una vez expuestas éstas afirmaciones del escribano de Calañas de 1.770, el autor del artículo hace un análisis sobre como pudo evolucionar el vocablo anterior hasta el de ahora: Calañas.
- El término Cabañas, se corrompió debido a la transformación que en su origen sufrió el vocablo por medio del uso de la escritura procesal, pudiendo ocurrir lo siguiente:
Los primeros textos documentales sobre el lugar de Calañas se encuentran en el Archivo de la Casa Ducal de Medina Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), a cuya jurisdicción perteneció Calañas en 1.369. Gran parte de esa documentación se halla escrita en letra cortesana y procesal, cuyos caracteres presentan una cursividad acentuada, tendiendo a la deformación de las grafías.
Podríamos apuntar que la alteración que experimentó el vocablo se produjo probablemente porque la grafía “b”, debido a la escritura procesal, se deformó ampliamente, y se confundió con la letra “l”. Si como afirma Menéndez Pidal, es imposible que el fonema “b” evolucione fonéticamente al fonema “l”, dicho paso pudo haberse efectuado en el campo de la escritura.
Poco a poco el término Cabañas, cuya deformación debió iniciarse en el siglo XV, se fue olvidando en el transcurso del tiempo, prevaleciendo sobre el anterior, el corrompido Calañas, que se consolidaría en las primeras décadas del siglo XVI.
CALAÑAS, 2011
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